Según Aon, los productos químicos permanentes se utilizan en los utensilios de cocina antiadherentes, la ropa resistente al agua y los tejidos antimanchas. Están literalmente en todas partes y no desaparecen.
El uso de las PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) y el PFOA (ácido perfluorooctanoico) se ha generalizado durante años. Estas sustancias no se descomponen fácilmente y se ha descubierto que han llegado al suelo, al agua y, también, al cuerpo humano.
En un estudio realizado por la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU. se encontraron PFAS en la sangre del 97 % de los estadounidenses. Mientras tanto, en un estudio publicado a finales de abril se mencionó una relación entre la exposición a los productos químicos permanentes y el daño hepático.
La permanencia relativa de estos productos químicos, su ubicuidad y los efectos secundarios registrados suscitan una considerable preocupación por su impacto en el medioambiente y sus problemas de riesgo únicos para las organizaciones.
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