1. Conseguir la implicación del asegurado para llevar a cabo una gestión mucho más diligente del riesgo, lo que reduciría la probabilidad de sufrir el siniestro, o la cuantía de este.
2. Disminuir el precio de la póliza del seguro al aumentar la participación del asegurado en el propio riesgo.
Desde el año pasado, y debido a la consecuencia de la elevada siniestralidad en las pólizas Ciber, se ha comprobado como cada vez son más los aseguradores quienes adoptan esta fórmula para las pérdidas que se derivan de los ataques ransomware, donde se concentran las incidencias.
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