Según el análisis de Mapfre Global Risks, el término «pellets» ha ganado notoriedad tras el vertido del mercante Tocanao en aguas portuguesas, liberando más de veintiséis toneladas de pellets de plástico en el mar, afectando las costas españolas. La industria plástica, esencial en diversas aplicaciones y sectores, está integrada por más de 3,700 empresas en España, empleando a más de 125,000 personas y representando el 2.3% del PIB nacional, según el último informe sectorial.
Los pellets, microplásticos de hasta 5 mm, son fundamentales como materia prima para todos los plásticos. Aunque esenciales para la industria debido a su facilidad de manejo y transporte, su introducción tardía en los procesos legales genera desafíos. Estos gránulos, compuestos por polímeros plásticos, se utilizan para fabricar productos desde electrónicos hasta juguetes.
El proceso de fabricación de pellets incluye dosificación, mezclado, peletización y secado, realizados por máquinas como filamentos, anillo de agua y bajo el agua. A pesar de su relevancia, la pérdida de gránulos en el medio ambiente es una fuente importante de microplásticos no deseados.
Comprometida con abordar los riesgos ambientales, la Organización Marítima Internacional y la Comisión Europea han propuesto medidas para regular el transporte y prevenir la contaminación por microplásticos derivada de la liberación de pellets. Estas medidas incluyen la clasificación de pellets como carga peligrosa y la certificación obligatoria para empresas que manipulen grandes cantidades.
Estas propuestas, alineadas con el proyecto internacional Operation Clean Sweep, respaldado por la Asociación Española de Industriales de Plástico, buscan reducir las fugas de granza y minimizar su impacto ambiental. Con regulaciones en proceso, la industria se enfrenta a desafíos y cambios significativos para abordar su responsabilidad en la preservación del medio ambiente.