Mapfre, explica en su artículo que después de alcanzar en 2022 un nivel récord de inversión extranjera directa, Uruguay enfrentó en 2023 una sequía sin precedentes que generó cierta desaceleración en la primera mitad del año. A pesar del impacto, el país culminó con un crecimiento económico del 1,3%.
Aunque no es común en esta región experimentar escasez de agua, desde finales de 2022 hasta mediados de 2023, el gobierno uruguayo declaró sucesivas crisis hídricas, afectando tanto la agricultura y la ganadería como el área metropolitana de grandes ciudades como Montevideo. Según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la falta de infraestructura hidráulica fue el principal desencadenante, una carencia que ya había sido identificada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura en 2010, aunque enmascarada por las lluvias abundantes.
Esta situación impactó directamente en el desarrollo económico, especialmente en la ganadería, que constituye más del 90% de la producción ganadera en Uruguay, basada principalmente en el pastoreo de pastizales nativos. A pesar de haber experimentado un crecimiento en los años posteriores a la pandemia (5,3% en 2021 y 4,9% en 2022), se registró una ligera contracción del PIB en 2023 (1,5% según datos del Banco Mundial) en medio de una expansión económica. Esto se debió a una sólida gestión macroeconómica y condiciones externas favorables, previéndose un crecimiento del 3,2% en 2024.
Según el último informe económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2023, después de la desaceleración causada por la sequía y la recesión global, la economía uruguaya se revitaliza gracias a la actividad industrial de exportación, destacando la celulosa y el aumento del consumo doméstico impulsado por la recuperación del salario real y el empleo. Se pronostica un crecimiento promedio anual del 3,1% para el período 2024-2027, ligeramente por encima del crecimiento potencial. En términos relativos, la clase media uruguaya es la más grande de América, representando más del 60% de la población.
Además, el último informe del ICEX que comparte Mapfre, los factores internacionales que afectaron negativamente al desarrollo comercial de la región incluyeron los efectos adversos de la pandemia y la invasión de Ucrania, presiones inflacionarias que llevaron a políticas monetarias restrictivas por parte de los bancos centrales, y trastornos comerciales debido a la fragmentación geoeconómica tras la guerra. Sin embargo, la reapertura de la actividad en China compensó en parte estos factores, resultando en cifras récord de inversión extranjera para Uruguay.
Los sectores que recibieron la mayor proporción de esta inversión fueron las industrias manufactureras, el comercio, las actividades financieras y de seguros, y las actividades profesionales, científicas y técnicas.
En marzo de 2023, la CEPAL publicó un estudio sobre la «Pobreza Energética en Uruguay – Diagnóstico de Brechas en el Acceso Equitativo a Energía de Calidad». Según el estudio, Uruguay tiene un alto grado de acceso a la electricidad en el sector residencial y un suministro total de energía primaria per cápita considerable para diversas actividades productivas. El país también se destaca por su eficiencia energética, pero aún enfrenta desafíos en la reducción de emisiones de CO2, siendo responsable de un gran porcentaje en la región.
Datos Recientes del Balance Energético Nacional (BEN) indican que Uruguay logró tener una matriz de generación eléctrica compuesta en un 97-98% por energías renovables entre 2017 y 2019. A pesar de la recuperación de la actividad económica y la fuerte sequía, la región se mantuvo como un gran productor, aunque la presencia de fuentes renovables disminuyó al 85%, principalmente debido a la baja producción hidráulica y el funcionamiento de centrales térmicas para exportar energía a Brasil en 2022.
En 2022, las fuentes energéticas principales fueron los derivados del petróleo (43%), biomasa (39%), hidráulica (9%), eólica (7%), y solar (1%). Uruguay XXI, la agencia encargada de promover exportaciones e inversiones, destaca un nuevo impulso para reducir el consumo de fuentes fósiles, que actualmente representa el 40%, con énfasis en los sectores de transporte e industrial. Más de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono en la región provienen de la quema de energéticos fósiles.
Los principales objetivos de esta fase incluyen la electrificación directa de los usos finales, el desarrollo de una economía basada en el hidrógeno verde, la consolidación de una red eléctrica inteligente para coordinar eficientemente la oferta y la demanda energética, la expansión de la generación a partir de residuos agropecuarios, y el avance en la valorización energética de los residuos sólidos urbanos, además de la incorporación de energías limpias al sector transporte mediante la aplicación de las últimas tecnologías disponibles.
