«El actual contexto económico está desviando la atención de los directivos de las empresas hacia retos a corto plazo, dejando en segundo plano los riesgos climáticos y medioambientales», según el nuevo informe ‘Risk & Resilience: En Portada. Riesgos Climáticos y Medioambientales 2025’ de Beazley. Esta situación genera una preocupante brecha entre la percepción de preparación de las empresas y su verdadera capacidad para afrontar estos desafíos.
El estudio revela que, aunque el 87% de las empresas cree estar preparadas para afrontar los riesgos climáticos, solo el 19% de los ejecutivos lo considera su principal preocupación. Este dato resulta alarmante si se tiene en cuenta que el año pasado se registraron importantes inundaciones en diversos puntos del mundo, un fenómeno que pone de manifiesto la urgencia de una mayor atención a la gestión del riesgo medioambiental.
La incertidumbre económica desplaza la sostenibilidad
A pesar del creciente impacto de las condiciones meteorológicas extremas, el informe destaca que el incierto entorno económico está relegando los objetivos de sostenibilidad. Un 72% de los empresarios encuestados ha reducido la prioridad de la sostenibilidad en su estrategia corporativa, mientras que solo el 12% de ellos admite no estar preparado para enfrentar riesgos climáticos.
Además, el 73% de los directivos españoles reconoce que está encontrando dificultades en la transición hacia fuentes de energía limpia. La preocupación por los riesgos de esta transición ha disminuido ligeramente: solo el 22% lo identifica como su principal riesgo medioambiental este año, frente al 27% en 2024.
Un llamado a la acción para la gestión de riesgos
Las conclusiones del informe provienen de una encuesta realizada a 3.500 líderes empresariales de todo el mundo, quienes evaluaron el impacto de los riesgos climáticos, la transición energética, las emisiones de gases de efecto invernadero y los daños medioambientales en sus operaciones.
Desde AGERS, instamos a las empresas a reconsiderar su enfoque en la gestión del riesgo climático y medioambiental. La preparación y adaptación a estos desafíos no solo mitigarán posibles pérdidas, sino que también reforzarán la sostenibilidad y resiliencia a largo plazo de las organizaciones.