En el Perú, según el estudio elaborado en el 2020, por la consultora EY, el 56% de las empresas peruanas ha formalizado un área de gestión de riesgos, siendo esta una tendencia creciente comparada con estudios anteriores. Asimismo, el estudio expone que el 42% de los responsables de esta función tienen como línea directa de reporte a la gerencia general.
Según los datos del estudio, la gestión de riesgos se ha consolidado como una disciplina esencial en las organizaciones modernas. El conocido refrán “más vale prevenir que lamentar” cobra especial relevancia cuando se trata de anticipar y mitigar situaciones adversas que puedan comprometer los objetivos estratégicos de una empresa.
En esa línea se formaliza la Gestión de Riesgos, bajo diversos métodos o estándares que le dan estructura a una serie de pasos que permiten ejecutar esta teoría en un modelo pragmático adaptado a la realidad de cada negocio.
En esta travesía se requiere de una posición o área encargada de gestionar los riesgos, cuyo rol principal es contribuir al cumplimiento de los objetivos de la empresa. El Risk Manager —persona, área o departamento— debe diseñar y poner en marcha un esquema de gobierno acompañado por una metodología potente, adaptada a la cultura empresarial, buscando el equilibrio entre una gestión preventiva sólida y eficiente, sin caer en excesos de control que ralenticen el desarrollo de la organización.
Este profesional debe mantener el “nervio alerta” y una visión holística de todos los procesos de la organización y del entorno en el que se desarrolla. ¿Cómo cubrir este amplio espectro sin morir en el intento?
Recomendaciones clave para una gestión de riesgos sostenible
A continuación, se presentan una serie de recomendaciones prácticas que pueden servir de guía para quienes lideran la función de riesgos en sus organizaciones:
- Impulsa un enfoque Top-Down
La alta dirección debe estar no solo involucrada, sino comprometida con la gestión de riesgos. La sostenibilidad del modelo depende de evidenciar valor mediante acciones concretas que generen un círculo virtuoso.
- Conforma un equipo multidisciplinar
Apóyate en expertos externos que aporten benchmarking y experiencia, complementados por un equipo interno ágil, con perfiles analíticos y comunicacionales que potencien el impacto de las iniciativas.
- Construye mientras avanzas
Es necesario armar el avión volando, estableciendo lineamientos desafiantes pero realistas. Evita transmitir una falsa sensación de control absoluto; los riesgos son dinámicos y es necesario estar preparados para su eventual materialización.
- Comunica con impacto
No basta con ejecutar acciones: es fundamental visibilizar el valor generado. La comunicación efectiva es clave para posicionar la gestión de riesgos como una función estratégica.
- Fomenta el intercambio profesional
Rompe la soledad, participa en gremios, foros y asociaciones, comparte experiencias y buenas prácticas con colegas de otras organizaciones. Esto enriquece la visión y fortalece el modelo.
- Predica con el ejemplo
Integra las recomendaciones y metodologías en tu propia práctica diaria. La coherencia entre el discurso y la acción genera credibilidad.
- Prioriza la claridad en la información
Optimiza los reportes ejecutivos para destacar los riesgos más relevantes, recordando siempre que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Evita la sobrecarga de datos que pueda diluir el mensaje. Pregúntate siempre: ¿qué queremos transmitir?
- Identifica aliados estratégicos
Involucra líderes de procesos que puedan actuar como promotores de la cultura de riesgos. Su influencia será clave para generar compromiso y contagiar buenas prácticas.
- Educa y empodera a la organización
Promueve una comprensión profunda de los riesgos, pero enfatiza que la responsabilidad es compartida. El área de riesgos no es la “dueña” de los riesgos, sino facilitadora del proceso.
- Genera autoridad desde el conocimiento
La legitimidad del Risk Manager se construye desde el dominio técnico, pero también desde el conocimiento del negocio y del entorno. Como segunda línea de defensa, su rol es aportar valor y eficiencia a la primera línea.
En mi experiencia, todas estas recomendaciones no solo adornan el proceso si no que lo aseguran desde la arista de la calidad en la implementación. Equilibrar estas acciones con un modelo sólido adaptado a la realidad del negocio, facilitarán el trabajo e irán calando profundamente hasta que poco a poco, se desarrolle, casi mágicamente, una cultura empresarial basada en riesgos, y está “nueva cultura” nos ayudará a replantear la forma en que la empresa opera, se autogestiona y define sus próximos pasos.
Finalmente recordemos que gestionar riesgos implica estar preparados para lo inesperado. Es una labor que demuestra su valor tanto cuando todo marcha bien como cuando surgen desafíos. Por eso, seguir estas recomendaciones no solo fortalece su papel estratégico, sino que también ayuda a garantizar que esta función se mantenga sólida y vigente a lo largo del tiempo.
