El cambio climático no solo transforma el entorno natural, sino también los fundamentos económicos y financieros que sostienen a nuestras sociedades. En este contexto, el informe “Risk and Resilience. El imperativo de la asegurabilidad” publicado por Howden Climate Risk and Resilience, ofrece un análisis profundo sobre cómo la asegurabilidad se ha convertido en un indicador estratégico de viabilidad y resiliencia en la economía global.
En un escenario de creciente volatilidad climática, el acceso al seguro es mucho más que una protección frente a pérdidas: es una señal de confianza para inversores, entidades financieras y mercados. Si un activo no es asegurable, probablemente tampoco sea financiable. Y si no es financiable, su futuro económico queda en entredicho.
El documento plantea que las aseguradoras deben ser vistas no solo como pagadoras de siniestros, sino como socios estratégicos en la transición climática. Involucrarlas desde las fases iniciales de los proyectos permite co-crear soluciones, diseñar coberturas adaptadas y, sobre todo, anticipar riesgos. Esta colaboración temprana multiplica las oportunidades de innovación y fortalece la continuidad operativa de los sectores más expuestos.
Otro de los mensajes clave es que la resiliencia se ha convertido en una ventaja competitiva. Las organizaciones más asegurable son aquellas que gestionan activamente su vulnerabilidad climática, adoptan prácticas sostenibles y comparten datos que facilitan el modelado de riesgos. En un mercado cada vez más selectivo, el capital fluye hacia quienes demuestran preparación y transparencia.
El informe de Howden resume este marco en cuatro pilares de asegurabilidad:
- Modelado de riesgos: cuantificar con precisión la exposición es el punto de partida para tomar decisiones acertadas.
- Gestión de riesgos: reducir vulnerabilidades mediante estrategias preventivas y de adaptación.
- Distribución del riesgo: recurrir a herramientas como reaseguros, bonos catastróficos y fondos soberanos que permitan absorber pérdidas extremas.
- Política pública y regulación: marcos normativos alineados con la ciencia climática que incentiven la cobertura y no la limiten.
Un caso práctico destacado en el informe es el de la agricultura europea, sector especialmente vulnerable al cambio climático. Sequías, inundaciones, heladas y olas de calor están generando pérdidas crecientes que ponen en riesgo la viabilidad económica de las explotaciones rurales. Sin embargo, apenas entre un 20 % y un 30 % de estas pérdidas están actualmente aseguradas. Esta baja penetración traslada los costes al Estado, creando una presión fiscal insostenible y un riesgo sistémico para las economías locales.
Howden propone una estrategia coordinada para cerrar esta brecha de asegurabilidad: mejorar la inteligencia de riesgos mediante datos y modelos climáticos a escala europea, ampliar mecanismos financieros como reaseguros públicos-privados y bonos catastróficos, e incentivar prácticas agrícolas resilientes —como la agricultura regenerativa y la eficiencia hídrica— vinculándolas directamente al acceso a cobertura. Además, enfatiza la importancia de modernizar la infraestructura de riesgos y fortalecer las alianzas público-privadas.
El mensaje es contundente: la asegurabilidad no es un mero producto financiero, sino una brújula estratégica para navegar la transición climática. En AGERS coincidimos con esta visión: quienes gestionen hoy su resiliencia, serán los que lideren mañana los mercados y contribuyan a una economía más estable y sostenible.



